¡Hola!

Mi nombre es Sheila Álvarez. Creo que antes de continuar es precisa una pequeña presentación. Actualmente estoy cursando el Máster de Educación Secundaria en la Universidad de Valladolid, pero me gustaría explicar cómo he llegado hasta aquí. 

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Para empezar soy de Bembibre, una villa al norte de León. Pertenece a la comarca del Bierzo.

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Desde pequeña me ha gustado la música en todas sus formas: inventando canciones, escuchando música a todas horas, creando coreografías, etc. Por ello mis primeras actividades constaron de asistir a coro como extraescolar. Ahí descubrí lo que sería mi instrumento principal hasta hoy en día: la voz y el canto. 

Música seguía siendo en el Instituto mi materia favorita, aunque me guardé para mí misma la participación activa en clase por si las moscas.

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Todo continuó con la misma monotonía hasta cuarto de la ESO, cuando mis amigas propusieron que participase en un "festival de música" de los organizados por el instituto. Se trata de una serie de actuaciones musicales trimestrales desarrolladas por los alumnos con la ayuda de la profesora de música. El objetivo de estas actividades era simple: disfrutar con la música y tener un espacio en el que compartir tus cualidades musicales. La experiencia fue tan positiva como para darme cuenta de que el miedo me hacía perder más actividades de las que creía. Me sentía escuchada, entusiasmada y mejoraba mi autoestima, convirtiéndose en algo sin lo que no me imaginaba vivir. 

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Con la llegada de bachillerato, parecía que todo el mundo opinaba igual: era hora de pasar a pensar en cosas más "serias para el futuro". Sin embargo, es un momento de transición tan grande que a veces se vuelve complicado. Entonces empecé a plantearme cuánto realmente quería estudiar una carrera de ciencias. Y llegué a la conclusión de que, aunque sacase buenas notas, en ese momento no quería seguir ampliando mis conocimientos en esa rama por un tiempo. Todo el mundo quiere saber qué vas a estudiar, y parece que tienes que saberlo. Por otro lado, la independencia está tan a la vuelta de la esquina que asusta mientras todos tus amigos eligen caminos distintos. En fin, que el único halo de luz que parecía llegarme en aquel momento eran las clases de música. Hablo de los conciertos, del entusiasmo de explicar con ganas, abriéndose ante mí algo nuevo: la necesidad de seguir formándome musicalmente y querer ayudar a otros futuros alumnos a expresarse. 

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Y de esta forma acabé cursando Historia y Ciencias de la Música y finalmente el Máster de Educación Secundaria. He aprendido a tocar el ukelele y la guitarra, y algunos cursos de formación para el canto.

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Fuera del ámbito profesional mis aficiones van desde la música hasta el dibujo, la fotografía y de vez en cuando la escritura.

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